LOS ESPECTADORES Y LA OBRA DE ARTE

Discursos construidos por los espectadores de la obra ¿Dónde están? del artista chileno Iván Navarro.

 

                                   

 

A continuación, se presenta un resumen de la tesis (investigación):LOS ESPECTADORES Y LA OBRA DE ARTE; Discursos construidos por los espectadores de la obra ¿Dónde están? del artista chileno Iván Navarro”. [1] El objetivo central de esta investigación, fue exponer los discursos y percepciones elaboradas por algunos espectadores de la instalación.[2]  La intensión era responder a las preguntas: ¿Qué sucede entre los espectadores y la obra?; ¿Qué discursos construyen los espectadores?; ¿Qué les comunica?; ¿Cómo los conecta con un capítulo doloroso de la historia de Chile?

Una de las motivaciones centrales de esta investigación, fue la importancia que tiene para el arte la construcción de discursos en torno a las obras, es decir, qué es lo que comprenden los individuos más allá de lo que ven. Se sostiene, que esa comprensión se expresa a través de discursos de razones, elaborados por miembros del mundo del arte (artistas, museos, coleccionistas, fundaciones, galeristas, curadores, mecenas, críticos, algunas instituciones docentes y políticas) tales discursos, nos permiten nombrar y calificar a una obra como arte. De esta forma, pareciera ser, que los discursos de los espectadores fuera menos considerado al momento de calificar una obra. Sin embargo, creemos que quienes nos dedicamos a entender el arte, debiéramos incorporar con mayor frecuencia las razones que elaboran los espectadores. Eso ampliaría la riqueza de nuestros juicios sobre las obras y sus recepciones, y por sobre todo, complementaría nuestra mirada de lo que sabemos y esperamos escuchar.

 

 
Fundamentalmente, la obra proponía una nueva mirada a la consigna ¿Dónde están? utilizada por los familiares de los detenidos desaparecidos de Chile.La idea era preguntarse –utilizando la misma pregunta- por los responsables de los crímenes ocurridos bajo la dictadura militar de Augusto Pinochet.

La instalación constaba de una rampa que comenzaba fuera de la sala de exposición, por donde entraba el público. A través de ella, se accedía al segundo piso de la galería que se encontraba en penumbras. El espectador iniciaba la caminata portando un objeto lumínico (linterna) con el cual podía recorrer el espacio y descubrir lo que se presentaba en la muestra. En el suelo del primer piso, había una enorme sopa de letras donde se encontraban los nombres de los responsables de los crímenes, los cuales se encontraban escondidos y mezclados con todo el resto. La intensión era que el público buscara los nombres utilizando el objeto lumínico.Para que la penumbra no fuera total existían cuatro ventanas (cajas de luz roja con espejo) en el segundo piso, que daban un efecto de salida sin fin.


 En esta investigación de carácter exploratorio, se utilizó metodología cualitativa y se aplicó un enfoque fenomenológico que puso énfasis en  la experiencia y en la explicación de los fenómenos dados a la conciencia, para posteriormente describir, comprender y proceder a la interpretación de la información.  El objeto de estudio son los discursos construidos por los sujetos a partir de su relación y experiencia con la obra. La Muestra es intencionada[3] – no probabilística- del público que asistió a ver la instalación y los instrumentos utilizados para la recolección de la información[4] fueron:

 

Entrevistas “in situ”[5]: Se utilizó esta técnica para recoger la impresión de los sujetos pocos minutos después de haber recorrido la exposición. Para ello, se les solicitó rehacer el recorrido junto con el entrevistador y comentar sus impresiones de lo que observó y experimentó. El carácter de dichas entrevistas es de tipo semi estructurado.

 

Libro de visitas: De los dos libros de visitas dispuestos en la instalación, se extrajo los comentarios más significativos y acordes con los objetivos y variables de este estudio. Éstos, ayudaron a complementar la información recolectada en las entrevistas y a obtener una visión general de lo que experimentó el público.

 

 

Para la fase de descripción se presentó la información de la manera más libre y completa posible, tal cual como se extrajo de los sujetos, para posteriormente dar paso a la etapa de reflexión y/o comprensión de ella.  El análisis de la información se realizó en torno a las categorías previamente definidas.[6] Nuestra mirada estaba enfocada en señalar lo que dicen los sujetos y por qué lo dicen, es decir, las razones de tales apreciaciones. Nos centramos en buscar el significado presente en la relación concreta que tienen los sujetos con lo sensible, en sus percepciones, en lo que atribuyeron del objeto estético que observaron y experimentaron.  De esta forma, fue predominante en el trabajo una mirada más descriptiva de lo que observamos de los sujetos y sus discursos.

En el cuadro a continuación, presentamos una síntesis de los discursos extraídos por los espectadores de acuerdo a las categorías que orientaron este estudio.



 






Se pudo establecer ciertas conclusiones de los discursos construidos por los espectadores, las cuales nos muestran de manera general, cuáles fueron sus reflexiones y experiencias. Adicionalmente, incorporamos otros elementos –anexos- que fueron arrojados por la investigación. 

 

¿Qué les comunicó la obra a los espectadores?

Las reflexiones de los espectadores tuvieron una tendencia común, fueron apreciaciones similares producto de un contexto social, histórico y cultural compartido. En ese sentido, el momento histórico en el cual se insertó la obra fue fundamental para su comprensión y las diversas lecturas que pudieron generarse.  La instalación, hizo alusión a dos momentos de la historia chilena:

1.     Conformado por un periodo de quiebre de la institucionalidad democrática que trastoca la vida política e histórica de la sociedad chilena. Un momento de fuerte represión social y cultural, en conjunto a una sistemática violación a los derechos humanos producto de una dictadura militar que se extiende desde 1973 hasta 1990. Se instaura la cultura del miedo y la violencia impregna el tejido social.

2.     Un segundo momento que abarca desde 1990 hasta hoy, donde producto de un contexto democrático, se manifiesta una reflexión y cuestionamiento a los hechos acaecidos en dictadura. No obstante, la búsqueda de justicia a las violaciones de los derechos humanos ha sido un proceso lento y poco claro.  Se reconoce en este período un intento por encontrar a los responsables, no obstante, trascurrido un tiempo el tema se desvanece y tanto políticos como personeros públicos, definen que la problemática de los derechos humanos es un tema del pasado y que debe pensarse en la sana convivencia social evitando los conflictos. 

 

La instalación se mueve dentro de estos dos momentos, consiguientemente, es un aporte en permitir recordar los hechos sucedidos y avivar la necesidad de justicia. Los sujetos observan que existe una escasa memoria que permita movilizar los afectos de forma política, en ese sentido,  reconocen que la instalación puede ser un aporte dentro de esa línea.

La dimensión política presente en la instalación, se identifica como  la capacidad de reflexionar críticamente sobre la violación de los derechos humanos y la escasa justicia en el reconocimiento de los responsables de los crímenes. Se advierte, oscuridad de información en torno a develar las verdades ocurridas y de responder a la pregunta, ¿dónde están? los criminales. Los espectadores consideran significativa la posibilidad de retomar temáticas que intentan ser olvidadas y poder mirarlas desde otro contexto. Valoran que ese encuentro sea desde la perspectiva de quienes cometieron los crímenes, considerando una manera novedosa de re-leer la historia, puesto que hasta la fecha las aproximaciones tenían que ver con las víctimas y la verdad policial que las identificó.

Asimismo, la participación que tiene el espectador al permitir un desplazamiento activo y creador, se observa como un elemento político. La posibilidad de buscar y encontrar a los criminales, se convierte en un desafío a la justicia chilena y en un acto simbólico de justicia. La autonomía del espectador tal vez sea uno de los puntos más valorados por los entrevistados. Rescatan la posibilidad de desplazarse libremente por la instalación y de focalizarse en aquello que les motiva. Aprecian el rol que juegan en esa interactividad con la obra, logran considerarse un elemento constitutivo de ella. Perciben una especie de demanda de búsqueda, sintiéndose parte de una gran exploración al pretender descubrir los nombres escritos en la sopa de letras. Asimismo, se valora  la posibilidad de generar diálogo y potenciar los vínculos entre los ciudadanos. Quienes la visitaron, sintieron esa complicidad al re-vivir un tema doloroso para la sociedad chilena.

Por otra parte, la experiencia de reunirse con la obra, permitió un espacio de comunicación de símbolos e ideas y generó una serie de interpretaciones y efectos emocionales en los espectadores. La percepción de gran parte de los entrevistados fue más allá de captar la apariencia sensible del objeto, trajeron a esa experiencia recuerdos, ideas y sentimientos, recordando la etapa del Chile de dictadura y represión. En ese sentido, un discurso compartido es que la obra posibilita pensamientos en torno a la crueldad de la humanidad, reconocen un ambiente que invita a reflexionar sobre  el daño que la sociedad es capaz de hacerse a sí misma quebrantando los lazos de confianza y solidaridad que permiten su adecuado desarrollo y convivencia.

      En la investigación, nos interesó rescatar esa relación que mantienen con la obra a través de sus sentidos en la que leen un significado.  De esta forma, el objeto estético no solo fue perceptible, también fue significativo,  los sujetos fueron capaces de captar ese significado intrínseco que contenía el objeto haciendo presente su subjetividad en la percepción.[7] Ese significado que se encarna en la forma es el símbolo, así, cuando los espectadores se enfrentaron a una experiencia estética también experimentaron una experiencia simbólica, puesto que se hallaban frente a un símbolo que pretendía comunicarles algo y generar un diálogo con ellos. A partir de ciertos estímulos sensoriales, como un sonido o un color,  los espectadores fueron integrando y captando un significado ideológico o emocional más rico que el significado elemental de esos estímulos, asumiendo un nuevo significado asociado al contexto y a la totalidad que constituye la obra.[8]  Por tanto, al observar las ideas comunicadas, nos interesó ver qué comprendieron de la instalación, es decir, cómo se lleva a cambo la pretensión de inteligibilidad que tiene la obra.  En este sentido, advertimos, en el caso de algunos espectadores la intensión de descifrar lo que el autor pretendía comunicar a través de su obra, buscando el significado que él le otorgaba a la instalación como “la” lectura correcta. No obstante, la gran mayoría se dejó penetrar por la obra y generó sus propios juicios. Las ideas comunicadas fueron distintas en cada individuo, creándose variados significados a partir de cada experiencia. El objeto estético transmitió una información particular a cada receptor.[9]

Por otra parte, las emociones sentidas por los espectadores, indica ese efecto emocional que tienen al relacionarse con el objeto estético, al ser percibido y contemplado.[10] De esta forma, cuando nos referimos a las emociones sentidas, puntualizamos en el resultado emocional que manifestaron ante el objeto[11], Rescatamos las siguientes emociones, que a nuestro juicio se evidencian como las más relevantes: 1) Sensación de angustia por la oscuridad y presión en buscar los nombres; 2) Sensación de ser parte de algo lúdico, produce temor y risa; 3) Sensación mística como en una travesía.

Es fundamental hacer una distinción entre la idea que el espectador tiene de lo que observa y la emoción que experimenta. “La idea contribuye a que comprendamos la pintura (o la instalación) y nos emocionemos ante ella, pero la idea no implica necesariamente la emoción, ésta surge ante la imagen”.[12] Precisamos en este aspecto, ya que se observó la complejidad de realizar una descripción fidedigna y exclusiva de las emociones. Inevitablemente la idea prevalece ante la emoción en la descripción, es decir, lo que se comunica en contenido al parecer es lo posible de expresar, las emociones guardan su espacio propio y se mantienen dentro de ellos, situación que nos confirma la particularidad y riqueza del arte en este aspecto.

             

¿Qué elementos adicionales se rescatan en la investigación?

-       Se observó una necesidad de mayor educación en materias de arte, que entregue mayores herramientas y conocimientos para hacer del encuentro con la obra una experiencia más fructífera.

-       Se reconoce al arte contemporáneo como un arte crítico, ruidoso y provocador que va en la dirección de denunciar, de develar situaciones de injusticia y ayudar a generar conciencia y cambios sociales.

-       Para generar una reflexión más “significativa y provechosa” por parte de los sujetos, se atisbó la necesidad de dedicar “tiempo consciente” al encuentro con la obra, para dejarse penetrar por ella y descubrir lo que a cada uno pretende comunicar. Aunque ese tiempo pueda  concurrir solo en unos segundos.

-       La obra ¿dónde están? permite pensar la idea de retrato. Los nombres, más la información de los criminales, sería el retrato que aparece al espectador, pudiendo configurar a la persona buscada.

 

En consecuencia, rescatamos en esta investigación la posibilidad de permitirnos observar qué sucede entre el espectador ante una obra de arte. Creemos que la información planteada permite aproximarnos un hecho fundamental, que es el proceso de recepción de las obras y la posterior elaboración de interpretaciones por parte de sus espectadores.  Por tanto, la riqueza de este estudio se manifiesta al incorporar la mirada de los espectadores e indagar en un elemento central que hace que la obra pueda ser reconocida como arte.  Puesto que “…la interpretación, la crítica, la recepción de un público son constitutivas de las obras, son las que forman e informan su lecho de estratos de significado, y sólo llegan a ser plenamente obras gracias a la recepción, de otro modo son sólo meros objetos a la espera de su compleción” [13].

Asimismo, entendemos que el arte no sólo es reconocimiento de la pieza sino también de nosotros, de cómo nos vemos presentes en la obra. En ese sentido, el espectador se convierte en protagonista que revela y reconoce su historia, puesto que la temática que aborda, permite conectar al público con esa parte de la historia que repercutió en la vida de los chilenos y en la manera que la sociedad a seguido su curso luego de aquellos acontecimientos.

Por último, es importante considerar el sentido que adquiere esta obra en el contexto social y cultural que vive Chile actualmente. Luego de dieciocho años de dictadura y diecinueve de democracia, existe una mayor apertura y cuestionamiento a las situaciones acaecidas, sobre todo en la generación de un discurso social compartido por mayor número de personas – incluso algunos simpatizantes del régimen militar- que demandan esclarecimiento y justicia de los hechos producidos. Por tanto, esta instalación permite penetrar en ese sentir social y continuar con el debate existente en torno a esta temática. En ese sentido, los discursos que presentamos, nos permiten comprender no solo la mirada de los espectadores con respecto a la obra y el arte, sino también, cómo se elabora y entiende un hecho crucial en la historia y convivencia de la sociedad chilena.



[1] Instalación realizada durante el mes de enero de 2007,  en el Centro Cultural Matucana 100 en Santiago de Chile.

[2] Los objetivos específicos de esta investigación fueron: 1)Conocer los discursos construidos por los espectadores respecto a la instalación; 2) Indagar en los sentimientos y emociones que evoca la instalación en los sujetos.; 3) Averiguar el valor estético y de contenido que los sujetos identifican en la instalación.

[3] Ante todo, nos interesó garantizar el criterio de calidad –riqueza- de la información. Para ello se utilizó un muestreo de tipo intencional, es decir, se reunió información de ciertos sujetos que se consideraban significativos para el estudio, en referencia a los objetivos del mismo. En este sentido, delimitamos 3 perfiles de los cuáles  recolectamos información: 1) Público general que asiste a Matucana 100.  2) Presos políticos o familiares de detenidos desaparecidos.  3) Estudiantes y profesionales de arte y/o estética. 

[4] En cuanto a la cantidad de información recolectada, se aplicaron 25 entrevistas “en situ” y se extrajo los comentarios más relevantes de los dos libros de visitas. De esta forma, se obtuvo una pluralidad de miradas que nos permitió contar con una cantidad relevante de información para la realización del análisis. Un principio que guía esta investigación, es la concepción que las obras de arte se construyen inter-subjetivamente y esa construcción se renueva en cada mirada, por tanto, con las entrevistas realizadas y la lectura de los libros de visita, no podemos contener todas las percepciones y discursos construidos, no obstante, reunimos una cantidad significativa y diversa de información para visualizar los discursos del público.

[5] Esta técnica que hemos denominado entrevista “in situ”, se extrae de una investigación realizada por Eliseo Verón y Martine Levasseur en el Centro Georges Pompidou, Ver: Verón; Eliseo y Martine Levasseur, Ethnographie de l’exposition, Centre George Pompidou, Bibliothéque publique d’information, Paris, 1991. Introducción de Jean Francois Barbier-Bouvet.

[6] Ver categorías en el cuadro a siguiente.

[7] Es importante mencionar, que aquellos elementos que componen esa subjetividad (entorno cultural, consumo cultural, elementos ideológicos e informáticos) colaboraron en la elaboración de los significados que pudieron identificar del objeto estético.

[8] Los símbolos que los espectadores reconocieron apelaban fundamentalmente a situaciones de prisión y tortura.

[9] Sin excluir, el hecho de observar experiencias comunes.

[10] Sánchez, Adolfo. Invitación a la estética. Editorial Grijalbo. México. 1992. p. 121

[11] No obstante, nuestro objetivo no fue reducirlo solo a éste efecto, sino también a ver qué es lo que piensan y padecen.

[12] Bozal, Valeriano. Notas sobre la experiencia estética. Apropósito de algunos tópicos. p.25 En: Imágenes de la violencia en el arte contemporáneo. Editorial La Balsa de la Medusa. España. 2005.

[13] Vilar, Gerard. Las Razones del Arte.  Editorial Machado Libros. España. 2005. pág. 166.




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 Andrea Matte T.