La primavera nos ha traído, además de las turbulencias de los mercados financieros, el cumplimiento de la 11ª edición de Pensar l’Art d’Avui y la 2ª de Gramáticas del Arte Contemporáneo. Se prepara una muy buena cosecha de trabajos de investigación para finales del próximo verano. El nº 8 de Disturbis dará buena cuenta de ellos. Entretanto, podemos ofrecer algunos textos representativos de los magníficos trabajos culminados, con algún retraso, en los últimos meses.
El próximo año pasamos a un régimen bianual de impartición de los másters. Una nueva edición de Gramáticas empezará en Octubre y Pensar l’Art volverá en octubre de 2011. Por otra parte, Gramáticas se reforma y, además de sus módulos más académicos, se lanza a un experimento de investigación en los límites del arte y de la teoría del arte con el cocinero de vanguardia Ferran Adrià y la Fundación de Catalunya Caixa.
Por lo demás, desde el último número hemos visto numerosas exposiciones, ferias y eventos artísticos. Muchos de ellos muy notables y estupendos, otros menos. Pero la que más nos ha fascinado es la que en La Virreina, ahora dirigida por Carles Guerra, profesor del máster desde hace tiempo, dedica a Ocaña, el pintor, performer y activista gay de los setenta. Mirando ahora hacia atrás podemos reconocer la fuerza desbordada que sus acciones tuvieron en aquellos años: disturbios del conocimiento y disturbios de la sensibilidad que contribuyeron decisivamente en la lucha por el reconocimiento de la diferencia. Las reberveraciones de aquella fuerza todavía se perciben con claridad en las salas de esta exposición memorable. Comisariada por uno de nuestros artistas más sólidos del presente, Pedro G. Romero, no sólo hace un admirable ejercicio de memoria histórica viva, sino que nos devuelve una mirada crítica sobre este presente nuestro, con un mundo del arte hipertrófico y dominado por la banalidad y la escasez de pensamiento.
JJ,GV