Editorial

 

Investigar: Lo nuevo y lo viejo

Nuevo curso y nuevos proyectos. Y viejos problemas. La afirmación de Marx según la cual “la tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos" (El 18 Brumario de Luis Bonaparte), se hace evidente más allá de lo previsible. ¿Cómo  liberarse de esa opresión que funciona más bien como un destino? Para nosotros la respuesta sigue siendo la misma que la de la Ilustración: a través del conocimiento, a través de la lucha contra la superstición y el combate de los prejuicios, mediante la invención de nuevas formas de consciencia y sensibilidad que solo son accesibles mediante disturbios del conocimiento y la sensibilidad establecidos. Pero eso vale para todos, también para quienes creen tener garantizado el branding de la heterodoxia,  el pensamiento crítico y la resistencia cultural. Deberían ilustrarse mejor y comprender que eso también es una forma de ejercer el poder que denostan pero también encarnan (lo hacen pero no lo saben, decía Marx). Mucho yerran quienes creen que el museo puede ser por definición un lugar de resistencia, a diferencia de las universidades o las fundaciones, tan comprometidas ellas con el poder. O que Ferran Adriá es el enemigo a batir -un secuestrador del arte- porque expone en el Drawing Center de Nueva York  –en calidad, precisamente, no de artista–. Y porque la gastronomía es un refinamiento elitista, parte de la simbólica del poder del capital. Suena tanto a púlpito todo esto, además de ser manifiestamente falso para quienes no llevan el alma enfundada en una sotana. Si en la sociedad emancipada hubiera que seguir con el cocido de garbanzos en lugar de defender la joie de vivre, como Marx y Fourier (y hasta Toni Negri), entonces que no cuenten con nosotros.

La investigación en arte y diseño significa en este campo la más alta expresión de la ilustración que nos es dada alcanzar, y por eso mismo hay que hacerse algunas preguntas incómodas. En primer lugar, las que tienen que ver con el viejo tema de si el arte se puede enseñar, esto es, si la institución educativa no acaba matando la creatividad.  ¿Sería entonces el proyecto de llevar la investigación artística a las instituciones educativas un intento contradictorio de institucionalizar el arte y la creatividad? ¿De convertirla en una disciplina, en un conjunto de conocimientos perfectamente codificados, transmisibles en el sistema educativo? En segundo lugar, hay que tener bien claro el contexto. El imperativo creativo  e innovador asociado a la investigación es central en los discursos manageriales y del bussines; la producción de conocimiento es un imperativo del capitalismo. Así, el concepto mismo de investigación artística ¿no será una forma de neutralizar el potencial subversivo del del arte?¿Será una entrega al capitalismo cognitivo y sus exigencias de innovación y productividad? La respuesta no puede ser otra que  aquella a la que apunta el célebre verso de Hölderlin: « Allí donde crece el peligro también la salvación (Wo aber Gefahr ist, wächst das Rettende auch)». En el Máster en Investigación en Arte y Diseño que ha sustituido a Pensar l’art d’avui y a Gramáticas del arte contemporáneo estas son  preocupaciones, preguntas que no tienen por ahora respuestas satisfactorias.

JJ, GV