Editorial

 

Nuevos cambios

Cambiamos de diseño por varios imperativos. Uno técnico, ya que la elaboración de la revista debe adaptarse a nuevos procesos. Otro estético, puesto que es deseable y razonable renovarse cada tanto. Y otro, por último pero el más importante, el imperativo ideológico, puesto que los diseños de los números anteriores pretendían tan sólo reflejar los movimientos del espíritu del tiempo. La crisis reflejada en la deriva tipográfica que nos llevó  de la VAGRounded BT a la Verdana y luego a la PortagoITC TT  en los últimos números (Disturbis,   Disturbis,   Disturbis)  debe reconducirse. Hemos pensado en combinar la tipografía Skia con una más clásica como la Helvetica Neue, la que emplea por defecto el iPhone 4. Ambas tienen un carácter muy actual, apuntan al futuro a la vez que evocan el pasado sin renunciar a él. Dicho en otras palabras: la tarea de pensar y repensar hoy el arte (y la vida y la sociedad) debe hacerse sin acuciamientos, precipitaciones ni olvidos, mirando críticamente al futuro de lo que queremos ser cuando seamos mayores. En próximos números habrá otros cambios de formato que, esperamos, hagan más accesible la lectura y la difusión de los textos.


Giro Pragmático y Giro Performativo
La jerga teórica contemporánea gusta de los movimientos giratorios. Será porque evocan en cierto modo el hoy tabuizado término “revolución”, pero los últimos tiempos están llenos de “giros”: el giro lingüístico, el giro pragmático, el giro cultural, el giro social,  el giro visual, el giro de la imagen, el giro icónico, y, ahora, el giro performativo. Parece inevitable preguntarse sin ironías: ¿de verdad cambiamos de sitio o, como peonzas, giramos sin apenas movernos de sitio? El arte contemporáneo no ha dejado de ser un modo peculiar de comunicación que inventa y utiliza diversos lenguajes, especialmente los lenguajes naturales en cuya atmósfera vive. En este sentido, el “giro lingüístico” es irrebasable. Otra cosa es que queramos alzaprimar qué dimensión del lenguaje consideramos fundamental. Desde los trabajos del segundo Wittgenstein y Austin sabemos que la dimensión pragmática es la decisiva en casi todos los lenguajes, y, desde, luego, en los lenguajes artísticos. El “giro pragmático” es la forma del giro lingüístico más aceptable. Que ahora pretenda un “giro pragmático” quiere poder decir dos cosas. O bien una obviedad: que toda comunicación hay que realizarla, que todo lenguaje hay que decirlo y escucharlo para que esté vivo, pues la pragmática implica siempre la performatividad. O bien se quiere decir algo que es muy cierto, pero que no cuestiona ni lo lingüístico ni lo pragmático, a saber: que cada vez hay más artistas que  llevan sus prácticas hacia el terreno de las artes performativas. Que eso así quiere decir que se nos abre con fuerza un campo donde las viejas reflexiones sobre el teatro, la danza, el circo y la música encuentran a los nuevos discursos sobre las acciones y performances contemporáneas. Algunos grandes eventos del año 2010 exigen nuevos esfuerzos conceptuales y argumentativos en torno a la performatividad: la gran retrospectiva de Marina Abramovic en el MoMA, el  proyecto Unilever de AI Weiwei para la Tate Modern, la exposición sobre John Cage o el proyecto de exploración de la televisión en el MACBA. Lo mismo que otros fenómenos, como la cocina de Ferran Adrià, a la que vamos a dedicar la reflexión que sin duda merece en el curso Feeding Thought que se inicia en febrero de 2011.
JJ, GV